Jenny Lake era una chica
muy joven cuando tomó la primera decisión que hubiese puesto a
cualquier adulto en un brutal conflicto de conciencia. Esta historia es verdaderamente difícil.
Jenny era una
adolescente como cualquier otra. Tenía 17 años de edad e iba a la
escuela secundaria del pueblo en el que vivía. Jenny tenía un novio
nuevo, su nombre es Jason.
Jenny experimentó por mucho tiempo un
fuerte dolor de cabeza hasta que finalmente decidió ir al médico. Al
examinarla descubireron un objeto de 2 cm en su cerebro, poco más tarde le diagnostican cáncer.
Si realmente quería sobrevivir debía someterse a quimioterapia
Su familia y su novio estaban bastante shokeados por la situación pero aún así dispuestos a apoyarla en todo.
Poco tiempo más tarde llega una grata noticia, Jenny estaba embarazada.
Fuera de que Jenny estaba muy feliz con la noticia, se enfrentó a tomar la decisión más difícil de su vida.
Si se realizaba quimioterapia para combatir el cáncer, su bebé iría a
fallecer. Si interrumpe la quimioterapia, ella muere y el bebé
sobrevive.
Jenny toma la decisión de abandonar el tratamiento, y
nueve meses más tarde nace el pequeño Chad Michael. Cuando el bebé nace,
Jenny toma el brazo de la enfermera y le susurra al oído: “Lo he hecho, mi deber está cumplido
6 días después del nacimiento a Jenny le dan el alta y puede llevar al pequeño Chad a su casa para así sentirlo más cerca.
Jenny disfrutó de su hijo en sus brazos mientras tuvo tiempo. Murió 12 días después de su nacimiento.
El amor de madre fue tan grande que logró que Jenny sacrifique su propia vida por la de su hijo. Este amor inexplicable solo lo puede sentir una madre por su propio hijo.
El amor de Jenny siempre acompañará a Chad.
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