Esta enfermedad le ha negado los pequeños grandes placeres de la vida: nunca pudo probar bocado o recibir un abrazo sin sentir dolor, ¡mucho menos practicar deportes! Y sin embargo, aun sabiendo el suplicio que deberá continuar padeciendo y que su expectativa de vida no supera los 30 años, sigue adelante...
“Estoy aquí y avanzaré paso a paso, día a día. Nunca sabes lo que te depara el futuro, podría vivir hasta los 100 años. No hay forma de saberlo. Pero, mientras tanto, no me detendré. Voy a seguir adelante”.
Así que, es verdad: Jonathan tiene la piel tan frágil como las alas de una mariposa. Pero, basta con apreciar la dulce firmeza de sus ojos o la seguridad de su voz para comprobar que su fragilidad es solo aparente.
Bajo esa piel lastimada y doliente, resplandece la fortaleza de esos espíritus pocas veces vistos. ¡Gracias por tu ejemplo, Jon!
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