Que esta historia nos recuerde que tomar una posición y ayudar a en caso de presenciar un abuso.
Muchas veces al ver las noticias sobre la violencia de género nos sorprendemos y nos preguntamos cómo es posible que se llegue a determinados extremos o por qué llegan a tolerar las mujeres un trato tan salvaje durante años.
La clave no está en los últimos años de la relación de pareja, sino en los primeros años. Antes de llegar a un maltrato fuerte o incluso peligroso, el maltratador suele empezar siempre con un maltrato psicológico sutil que mina la autoestima de la víctima y la anula convirtiéndola en una persona insegura, muchas veces sin apoyos externos, miedos y realmente bloqueada ante cualquier acción.
Todo esto tiene un único objetivo como decíamos
antes, que es minar la autoestima de la víctima, y de hecho así se
consigue por lo que cuando se pasa a la parte física, no se sabe cómo
reaccionar o incluso se es muy dependiente del otro personal o económica
y socialmente. Con la agresión física pasa igual que con el maltrato
psicológico, no se suele pasar de un insulto a una paliza, sino que
suele empezar siempre con pequeñas agresiones que no deben ser toleradas
y deben ser tenidas en cuenta como alarma de lo que podría suceder con
el tiempo y que son:
• Empujones.
• Zarandeos.
• Pellizcos dolorosos.
• Una bofetada.
• Golpear o lanzar algún objeto de forma violenta
mirando a la persona, como queriendo indicar que “golpee la puerta por
no darte a ti un puñetazo”.
• Tirones del pelo.
• Forzar o presionar para tener un acto sexual.
Son gestos de violencia que rara vez dejan marcas físicas, y que empiezan siendo puntuales pero que con el tiempo van a más y derivan en palizas. No hay que olvidar una cosa: que una vez que se ha saltado la barrera del respeto que una persona debe tener a otra, cualquier cosa puede ocurrir, ya no hay marcha atrás y con el tiempo el maltrato irá a más.
El maltrato suele ir envuelto de una trampa
cíclica en la cual suele verse envuelta la víctima sin apenas darse
cuenta, como una mosca atrapada por una araña. El proceso del maltrato
suele constar de cuatro fases, que son:
Incubación y tensión: es
cuando el maltratador parece que empieza a acumular tensión, no salta,
pero se le nota tenso como que todo le molesta o está alterado, y no
siempre tiene que ver con su pareja, puede ser por cualquier cosa, de
mayor o menor importancia en cualquier otro aspecto de su vida que no
sabe manejar.
Explosión: es cuando
finalmente esa tensión sale en forma de violencia del tipo que sea
(según la fase en la que se encuentre), bien con insulto, si hablamos de
maltrato físico, o de violencia física en el otro caso.
Arrepentimiento: suele
obtener consecuencias de sus actos, como que la víctima no esté tan
afectiva, o esté algo bloqueada, o incluso que se plantee el dejarle,
pero entonces recuperan esa forma de ser seductora y encantadora del
principio de la relación. Juran que no volverá a pasar, que en el fondo
han perdido el control porque quieren a la otra persona, y se inicia la
siguiente fase del maltrato.
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