Un ejército de gatos
salvajes gobierna Aoshima, una isla remota en el sur de Japón. Los
animales se refugian en casas abandonadas o se pasean por las calles, en
un pueblo de pescadores que está invadido de felinos superando en
número a los humanos, de seis a uno.
La historia fue publicada por el Japan Daily Press y
retomada por diarios de otros países. Explica que los gatos fueron
llevados para hacer frente a los ratones que plagaron los barcos de los
pescadores. Los gatos se quedaron y se multiplicaron.
Más de 120 felinos pululan la isla con sólo un puñado de seres
humanos, en su mayoría jubilados, que no se unieron a las oleadas de
inmigrantes en busca de trabajo en las ciudades, después de la Segunda
Guerra Mundial.
Aoshima, a 30 minutos en ferry de la costa de Ehime, había sido el
hogar de 900 personas en 1945. La única señal de actividad humana ahora
es el bote lleno de excursionistas de un día desde el continente,
visitando lo que se conoce como Cat Island (La isla de los gatos).
Sin restaurantes, coches, tiendas o quioscos de venta de bocadillos, Aoshima se ha convertido en un paraíso turístico.
El encanto por los gatos no es de extrañar en un país que creó a
Hello Kitty para el mundo, un personaje de dibujos animados considerado
el epítome de la monería. Los cafés de gatos han sido durante mucho
tiempo populares en Tokio, en los que la gente paga por tomar café y
acariciar minimos que se pasean por el local. Los fans no pueden
mantener a los animales en sus casas, debido a las estrictas
regulaciones de vivienda que a menudo prohíben mascotas.
Los gatos de Aoshima no son exigentes. Sobreviven con las bolas de
arroz, barritas energéticas o papas que reciben de los turistas. En la
ausencia de depredadores naturales, los gatos vagan por la isla sin
miedo.
No todos los residentes son admiradores. Una mujer de edad avanzada
ahuyentó a los animales con un palo cuando desenterraron su jardín
trasero. Los pocos habitantes están tratando de mantener la población
felina en jaque y al menos 10 felinos han sido esterilizados.
Murakami y su pandilla
Quienes hayan leído el segundo tomo de 1Q84 –una de las novelas más celebradas de Haruki Murakami- sabrán que El pueblo de los gatos
es un lugar cautivante, donde cae la noche y la realidad se
distorsiona. Nuestros temores más profundos se hacen realidad cuando los
maullidos se apoderan del pueblo.
No es el caso de Aoshima y Tashirojima, dos islas japonesas en donde
se rinde -de alguna manera- culto a los gatos. Aunque resulta fascinante
el rol que estos animales ocupan en la sociedad japonesa.
Como dice el escritor Haruki Murakami: “¿Desde cuándo habían ocupado
los gatos aquel pueblo, cómo funcionaba el lugar y qué demonios hacían
ahí aquellos animales?”.
La pesadilla de Hugo Stiglitz
Cuarentones y más veteranos recordarán a Hugo Stiglitz, actor mexicano que tomó cierta fama en los años 70. Sin duda, La noche de los mil gatos
(dirigida por René Cardona Jr.) es una de las películas más recordadas
en la que Stiglitz personifica a un desquiciado playboy millonario,
quien seduce a encantos como Tere Velázquez y la petisa Zulma Faiad para
después cortarles la cabeza y darles carne humana a los cientos de
gatos salvajes y hambrientos, quienes se encuentran encerrados en el
sótano de un convento perdido en medio del bosque. Los bichos
transforman el filme en un mundo de terror, mismo que se proyectó en
1972 en salas de México, Europa y Estados Unidos.
No hay comentarios:
Write comentarios