Todos los cascos, desde los del fútbol
americano, esquí o de la conducción de motocicletas, están diseñados
para proteger la cabeza del impacto. Cada generación de diseño es mejor
que la anterior en disipar la fuerza y proteger al usuario de
conmociones cerebrales y otras contusiones en el cráneo. Sin embargo,
los cascos actuales apenas pueden hacer gran cosa para prevenir las
lesiones de médula espinal que producen la parálisis.
Ahora, investigadores de la Universidad
de British Columbia, en Vancouver, están trabajando en un diseño que
podría proteger la columna vertebral durante una colisión frontal.
Cuando la cabeza de una persona golpea a un objeto plano recto, el
impacto normalmente hace que el cuello se arrugue, al absorber el grueso
de la fuerza. Si una vértebra rota disecciona o daña la delicada médula
espinal, el resultado puede ser una parálisis permanente. Si la cabeza
golpea un objeto en ángulo, puede rebotar sin mucho daño, de ahí que a
los jugadores de fútbol se les enseñe a hacer frente a sus oponentes con
la cabeza erguida.
“Me interesé por saber si existía un
modo de convertir el impacto contra un objeto plano en un impacto contra
un objeto en ángulo”, señaló Peter Cripton, ingeniero mecánico y
especialista en biomecánica de la UBC que dirigió el proyecto. Él y sus
colegas desarrollaron el casco “Pro-Neck-Tor”, que consiste en una
coraza externa que se parece a la mayoría de los cascos existentes en el
mercado hoy en día, pero con una estructura interna rotativa que abraza
la cabeza y un mecanismo que conecta ambas estructuras.
“El objetivo principal de los cascos, ya
sea en los deportes o en el transporte, es siempre evitar lesiones
cerebrales. Nosotros intentamos hacer algo muy diferente”, señala
Cripton. “Estamos trabajando en un casco que tenga la misma capacidad
para evitar las conmociones cerebrales, pero que además sirva para
prevenir las lesiones en el cuello”. Durante el uso normal del día a
día, la estructura interna permanece inmóvil. Pero cuando el casco
golpea algo con la fuerza suficiente, el mecanismo se pone en marcha y
la estructura interna gira, orientando la cabeza como si estuviera
golpeando una superficie inclinada en lugar de una plana.
“Poner simplemente más relleno en la
cabeza no va a resolver los problemas relacionados con las lesiones de
cuello e incluso podría empeorarlos”, señala el experto en biomecánica
de lesiones John Melvin, profesor adjunto de la Universidad Estatal de
Wayne, en Michigan, que ha estado estudiando el problema desde 1968. “Es
un problema difícil, pero están siguiendo un enfoque único y creo que
tiene potencial. Habrá que evaluarlo de muchas formas para asegurarse de
que es seguro; no queremos acabar provocando una lesión cerebral grave,
mientras intentamos evitar una lesión de cuello grave”.
Renovar los cascos es una empresa
difícil, sobre todo porque no hay un modo apropiado para realizar los
ensayos de campo sin utilizar seres humanos vivos (los muñecos de prueba
no valen y los cadáveres no tienen la posición y resistencia de cuello
necesaria). Pero en las pruebas de simulación, los prototipos en 3D de
los cascos redujeron la fuerza en el cuello en un 50%. Una vez que los
investigadores perfeccionen el diseño, individualizarán los cascos para
los diferentes deportes –fútbol, hockey y ciclismo, por ejemplo– que
suelen dar lugar a diferentes tipos de impactos.
Criptón y sus colegas esperan tener un casco listo para salir al mercado en unos tres años.

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